Aquello de que "la práctica es el único criterio de verdad", es decir, que los hechos que suceden realmente son los que deciden cuál es la verdad y, por lo tanto, quién o quiénes tenían razón en sus apreciaciones, parece haber desaparecido en forma definitiva del escenario político venezolano. El análisis, estudio y discusión de los hechos de la política, no tienen cabida en la Venezuela de hoy. Estamos en presencia de una legión numerosa de fanáticos, un número considerable repartido en todo el espectro ideológico y político existente, sin importar edad, sexo, ocupación, religión, nivel educativo, orígenes étnicos, clase o grupo social de pertenencia, ni ingreso económico. Es extenuante, cuando se trata de discutir con ellos y hacerlos entender la realidad. Es como discutir con religiosos extremos, pero que ahora parecen ser mayoría en la sociedad venezolana. 5p5hn
Es increíble que uno se tope con amigos o con quienes fueron sus compañeros de trabajo o de luchas por mucho tiempo, a quienes no veías desde hace años y de quienes tenías un concepto de ser personas sensatas, mentalmente despiertas y ajenas a posiciones dogmáticas, y los encuentres totalmente cambiados, con un pensamiento estereotipado, sin racionalidad ninguna, completamente envenenados por la atmósfera política de los últimos 25 años. Nuestra nación está dividida profundamente en dos sectores, en dos posiciones extremas, que de por sí deberían llamar la atención a los protagonistas afectados, pero que excusan y se auto protegen de sí mismos con racionalizaciones banales. El análisis se limita a la búsqueda de culpables en el bando opuesto, nunca en el propio, y se pasa inadvertidamente por encima de valores humanos y sociales de carácter principista, que constituyen las bases de la existencia de toda nación.
Uno trata de evitar estas confrontaciones políticas, pues de las mismas no se obtiene ningún beneficio individual ni colectivo. Pero muchas veces es imposible evitarlo, porque la sociedad está tan intoxicada que, ante cualquier palabra o comentario ingenuo, se desatan los demonios en gran magnitud. Claro, esto es mucho más grave en las redes sociales, porque en éstas el anonimato, la sensación de lejanía y la protección que hasta ahora parecieran dar, son un combustible nocivo para conductas groseras, calumniosas e intimidantes, así como para impulsar la osadía de los ignorantes en grados extremos. Además, los distintos grupos de intereses hacen su nociva presencia, a través de la contratación de mercenarios del teclado, para azuzar sus perversas posiciones y contribuir a la imposibilidad de generar acuerdos positivos para todos.
En épocas electorales, y la actual es una de ellas, lo dicho se multiplica por cien y la primera función que sufre es la relacionada con la comprensión de la realidad. Es imposible para estos fanáticos percatarse de lo que verdaderamente ocurre, y todo lo que ven y oyen lo tergiversan inmediatamente en forma si se quiere inconsciente, en función de sus posiciones políticas o ideológicas. Para unos no existen los problemas salariales y, si los hay, están siendo enfrentados por el presidente Maduro a pesar de la guerra que tiene con el imperio. Así mismo, las pensiones no son de hambre, pues "mi Presidente Maduro" otorga unos bonos indizados en dólares. No hay inflación, ni devaluación, ni motorizados muertos en accidentes, y la culpa de todo la tienen las sanciones, aunque el deterioro se haya iniciado muchos años antes del inicio de las mismas. No hubo anormalidades en las elecciones del 28 de julio; todo fue legal y constitucional.
Pero no estamos nada mejor del otro lado, en el polo opuesto al gobierno. Allí también reina la sinrazón: abstenerse en las elecciones es la mejor forma de hacer oposición, pese a que no haya logrado nada sobre el final del gobierno en 20 años de práctica. Hay una Asamblea Nacional que llaman "legítima", con unos pocos exdiputados, que cobran en dólares de los activos venezolanos secuestrados en el exterior, pese a que su período terminó en 2020, y que esa situación no se soporta en ningún texto legal ni constitucional. Se acepta que, de los mismos fondos, ilegalmente se repartan millones de dólares entre partidos y dirigentes opositores. Pero lo más absurdo es que, desde hace más de 10 años, el discurso de ese liderazgo fracasado sea idéntico en el sentido de la inminencia de la caída de Maduro.
Para todos, sus corruptos son los más honestos, sus ignorantes los más sabios, sus incapaces los más competentes, sus políticas fracasadas las más efectivas. Sólo ellos son importantes en el escenario político, los demás no existen. Sin duda, que la locura ha invadido los cerebros de los polarizados enfrentados, a quienes no les preocupa el bienestar de los venezolanos ni la salud de la República.