No podemos dejar de repetir hasta el cansancio que Nicolás Maduro Moros perdió estrepitosamente las elecciones presidenciales en la República Bolivariana de Venezuela, del pasado 28/07/2024 y, desde ese día, él se robó la presidencia de la República, al autoproclamarse como presidente reelecto para el período 2025 - 2031, en complicidad de Elvis Amoroso (rector del Consejo Nacional Electoral), el verdugo y carcelero criminal, Tareck William Saab (Fiscal General de la República), Vladimir Padrino López (Ministro de la Defensa), Jorge Rodríguez (presidente de la Asamblea Nacional), Caryslia Rodríguez (presidenta del Tribunal Supremo de Justicia y de la Sala Constitucional, así como el resto de magistrados) los ministros, viceministros, directores y jefes de todos los cuerpos policiales y de seguridad, amén de los estados mayores de la FANB, gobernadores, legisladores, alcaldes y concejales, que cohonestaron el autogolpe de estado perpetrado desde el día de las elecciones, con un sangriento saldo de muertos, presos y violaciones de los más elementales principios de Derechos Humanos y libertades. 263e6k
Desde esa infame fecha del autogolpe de Estado, nacido en el fraude electoral, los venezolanos reclamamos la restitución de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV: 1999), de las leyes y la restauración de la República, en donde la clase trabajadora ha sido tratada en condiciones de esclavitud laboral por parte del gobierno que preside Nicolás Maduro y del sector privado que se ha valido de esta situación de flexibilización y esclavitud laboral, en donde se ha perdido el Estado social de derecho y de justicia y se ha consumado la liquidación de la Ley Orgánica del Trabajo, de los Trabajadores y de las Trabajadoras (LOTTT: 2012).
Huelga recordar, a propósito del Día internacional del Trabajo y de los trabajadores, que Nicolás Maduro, en medio de su voracidad y corrupción, ha hundido en la miseria y muerte a los trabajadores venezolanos, ha liquidado las convenciones y contratos colectivos, ha disuelto los sindicatos (me refiero a los de verdad, no a la bufonada de la Central de Aduladores de Maduro) y ha silenciado con represión, cárcel y muerte, toda representación gremial y sindical, al mismo tiempo que, de manera cínica y cruel, el dictador Nicolás Maduro, secundado por cómplices y jalabolas de oficio, se ha excusado en el bloqueo internacional y medidas coercitivas del gobierno estadounidense, desde la Executive Order (Orden Ejecutiva) que firmó el endorracista Barack Hussein Obama, cuyas únicas víctimas han sido los trabajadores, al tiempo que negocia con Nicolás Maduro, tal y como lo está haciendo el Führer del IV Reich, Donald Trump.
Por lo antes expuesto, nada hay que celebrar este 1ro de Mayo en Venezuela y toda convocatoria a marchar cívicamente para pedir reivindicaciones salariales en favor de los trabajadores, sería perder el tiempo, exponerse a ir preso o morir a manos de algún agente parapolicial de Nicolás Maduro. Esto lo tiene muy claro la clase trabajadora venezolana.
Las verdad es que este 1ro de Mayo, en aras de la restauración de la democracia, como principal determinación, todos los venezolanos, en masa amorfa, desorganizada, espontánea y sin culillo, desde todos los frentes posibles podemos hacerle ruido y difícil la vida, al dictador y a sus cómplices.
Hagamos que se adelante el agotamiento de la dictadura de Nicolás Maduro, siempre en masa, de manera que las manos criminales de quienes portan las armas de la República sepan que son menos numéricamente, que la mayoría de los trabajadores y personas honestas. No necesitamos armas, ni asesinar a nadie, para rescatar la democracia. Necesitamos que Nicolás Maduro y sus cómplices gocen de buena salud, para que paguen por años todas sus atrocidades.
La rebelión contra la dictadura y robo al Pueblo trabajador es un acto profundamente democrático. Si Nicolás Maduro asesina por mampuesto, solo los trabajadores, por la fuerza de su presencia, pueden derrotarlo.
Y desde este 1ro de Mayo no esperemos ningún mesías político, con la firme convicción de que Nicolás Maduro no tiene Pueblo, no tiene otra fuerza que las armas y, poco a poco, se va quedando sin criminales que las porten. Si no nos dejan soñar, no los dejaremos dormir en paz.