Desde esta rígida poltrona, me ha nacido la inquietud, imperturbable, de plasmar algunas consideraciones en relación al título supra señalado, sin pretender entrar en intrusismo que vayan en contra de los principios éticos y morales que rigen la educación, como motor fundamental en desarrollo y progreso material de los pueblos. En este sentido, puede arrancarse con el conocimiento vulgar que no es más que, que un conocimiento por encima y aparente de las cosas. Éste se presenta como el peso bruto, de manera muy difusa y, posee un fundamento concentrado sólo en nuestros sentidos sin discernir ni razonar las causas que producen los fenómenos. Por el contrario, el conocimiento científico, se sustenta en el estudio metódico, organizado, del dominio de las leyes de la naturaleza. Verbigracia, todos sabemos que el día transcurre bajo la presencia del sol; el científico investiga a fondo por qué ocurre ese fenómeno. La ignorancia madre de todos los males. 722s4u
En este orden de ideas, pueden añadirse, además de los anteriores, otras formas de conocimientos, tales como el práctico, artístico, religioso, técnico, entre otros, sin embargo, el conocimiento científico es el más vinculado a la investigación, según, (Castrillo 2005:11) en compilaciones de Nube y Sánchez (2005). Ahora bien, el conocimiento vulgar se emplea en la resolución de problemas de carácter práctico que se transmite directamente de unos a otros, manifestados en la cultura popular. Este último se caracteriza por no poseer elementos críticos, sino que se apoya en la tradición, es decir, de realizar las actividades como venían realizándose sin entrar en sus respectivos análisis. No hay que dejar pasar por alto, que este tipo de conocimiento puede ser utilizado de forma inmediata, como es el caso de su empleo en la propiedad común de la cultura. Pueden tener cierta utilidad en la ejecución de las prácticas educativas cotidianas. Presencia del conocimiento empírico.
Asimismo, puede traerse a colación el llamado cocimiento filosófico, que según Castrillo (2005), "Busca el porqué de los fenómenos y se basa en la reflexión sistemática para descubrir y explicar. En el ámbito educativo, este tipo de conocimiento está expuesto a un doble peligro: la imprecisión y la falta de contrastación con la realidad en aquellos contenidos que podrían ser más susceptibles de análisis empírico", puede desprenderse de todo esto, que si no existe una verdadera y profunda reflexión de los fenómenos, comparados con la realidad existente, podrían darse argumentaciones impregnadas de falacias que no conducirían a ningún puerto seguro. Desde mi modesta consideración, deberá existir una verdadera triangulación entre el conocimiento científico, vulgar o empírico y el filosófico, de tal manera que no coliden en sus apreciaciones. Esta tríada forma parte de nuestra cotidianidad, de nuestra existencia. Es la vida misma.
Ya para ir bajando la santa maría, puede agregarse que la batalla por una mejor sociedad, y de todo aquello que beneficie a la humanidad, no puede detenerse. Esa manera de liberarse del yugo de la ignorancia nos obliga cada día a resistir contra todo aquello que empañe los paradigmas, como la alegoría de la caverna (Platón), donde resalta con su metáfora la situación del hombre en relación al conocimiento; estableciendo cómo puede percibirse la existencia de dos mundos: uno conocido y el otro desconocido. Sus paradigmas no cambian sino experimenta otra realidad. Mientras eso no suceda, se verá sumergido en lo que para él no existe, se verá limitado en la percepción de las cosas que le rodean, no podrá establecer diferentes realidades; y en esa medida, estará sujeto a la inmodificación de los cambios, que serán parte de su existencia, y no podrá degustar el melindroso aroma del conocimiento, y quedarse con el sabor amargo de la ignorancia.
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