Cuántos recuerdos nos vienen en mente, en horas diurnas, de la sala de redacción de un emblemático medio impreso de la región central del país, cuando nos tocó laborar allí, a inicios del presente siglo. 2p2nt

No era extraño medios de comunicación venezolanos se autodefinieran como grandes defensores de la libertad de expresión, la verdad y de los principios elementales de la democracia. Tales banderas los suponía verdaderos titanes. Casi imbatibles. A los mass media se les consideraba, en Venezuela, el 4to poder.

Para que todo marchara a la medida y el equilibrio informativo lo pudieran seguir notando lectores y anunciantes estaban allí aplicados buenos redactores, periodistas y reporteros gráficos frente a monitores convirtiendo los hechos pasados en historias contadas. Destacando como confiables informantes unas y obviando otras.

Pero en aquella sala, donde las teclas incesantes más las grabadoras reproducían las voces de la calle sin mucho ruido, empezaron a suceder cosas. Una de ellas fue que la verdad cayó en ausentismos prolongados. Otras veces llegaba maquillada y provista de todo tipo de atuendo cuyos colores representaban culturas ajenas. A la verdad desnuda, la mandaron a cubrir una vez los privilegios más representativos de las clases dominantes comenzaron por diluirse en favor de los sectores excluidos. El pueblo alcanzaba el poder teniendo un gobernante de su lado. La Carta Magna de 1999 configuraba una nueva sociedad.

Muchos pensaron entonces en la mente estólida del jefe de Redacción que a su vez era un subordinado del director-propietario del medio de circulación diaria.

Ya se entendía por muchos hechos relevantes la verdad era vestida para cada tipo de ocasión. Desde ese punto de vista, propietarios de medios impresos, radiales y televisivos se las arreglaron para andar en sociedad (SIP). No sólo acá en el país. En muchos lugares del planeta. De modo la verdad fuera de ellos.

Para las generaciones actuales la verdad pareciera carecer de definición y sólo es atribuible a sus creencias, emociones y demás impresiones sin saber en el fondo si son reales o no.

La tradicional definición de verdad consiste en una concordancia entre la representación mental-verbal y la realidad externa. De este modo es señalado el concepto quedando implicada una relación entre el pensamiento de un sujeto (una inteligencia) y un objeto (realidad material). Según el diccionario de Merriam-Webster la verdad "es la coincidencia entre una afirmación y los hechos, o la realidad a la que dicha afirmación se refiere".

Entre la metódica pensativa de Sócrates la verdad se identificaba con el bien moral. El filósofo griego afirmaba "sólo hay un bien, el conocimiento, y un mal, la ignorancia".

Entretanto para Santo Tomás de Aquino la verdad representaría "una relación de correspondencia entre el entendimiento y la cosa, entre el sujeto y el objeto". Sin dudas su definición prevalece a la hora de englobar la idea entre un público que busca en el principio del estudio los tipos de verdades y reconocer una sola verdad. En el caso de la doctrina divina la verdad tiene un creador y todo lo demás es parte de su creación.

Tomando como referente a Nietzsche "la verdad ya ni siquiera existe, es una ilusión o error útil, una falsedad que sirve a la supervivencia de la especie".

Podríamos aclarar entonces que la definición nietzschiana de verdad es un desarrollo del principio kantiano y halla sus raíces, también, en el positivismo y el evolucionismo biologicista: la especie necesitaría de ciertas verdades colectivas como herramientas para su desarrollo y supervivencia, al igual que cuenta con determinados rasgos físicos (garras, colmillos, tono de piel, entre otros) que favorecen la conservación y propagación de la especie.

Adicionalmente está el aporte del antropólogo neokantiano Franz Boas quien señala que cada cultura contaría con una verdad, puesto que esa verdad resultaría útil para la supervivencia de la tribu, la nación, entre otros.

Pero para el pensamiento woke la verdad es relativa subjetiva. Acá se excluyen las verdades en sí.

En términos generales el wokismo ha venido tomando cuerpo. Ya no es un movimiento consagratorio al clasismo de los años 60 y 70. La industrialización y las nuevas maneras de generar contenidos a través de las redes sociales lo potencian cada vez más con discursos incluyentes y armoniosos.

De Britto García tomamos el siguiente texto que a su vez copia del filósofo y teólogo Nelson Faria: "El wokismo sostiene que la discriminación contra las personas marginadas es sistémica, es decir, no está limitada a manifestaciones aisladas, y que, por lo tanto, debemos ser conscientes de las estructuras que oprimen al individuo en base al género, color, orientación sexual, nacionalidad o etnia".

Un ejemplo es la narrativa que existe en la actualidad hacia un número importante de migrantes venezolanos perseguidos, detenidos y deportados por el FBI bajo acusaciones pertenecen a la banda del Tren de Aragua. Con ello se ha exagerado en la amenaza de la seguridad interna del coloso de norte y justificar medidas debiliten la confianza de otras naciones compren petróleo venezolano con tal la economía nuestra colapse. Para ello se han aplicado más sanciones hasta de un 25% para quienes se atrevan a negociar con Caracas.

Adicionalmente Trump, en un reciente mitin en Michigan, según declaraciones de propios simpatizantes criollos a las políticas injerencistas del norte, describió casos de crímenes atribuidos a la banda pero ninguna de estas historias ha aparecido en los medios, que a diario cubren hechos de violencia de las decenas de bandas criminales en tierras estadounidenses. Por tanto, se toman como reales. Y quienes dicen ser defensores de los DDHH allá callan.

En vista de tales eventos y que valen como ejemplo en la presente entrega, cabe destacar algunas de las características del wokismo señaladas por Duzdevich: "El exceso de corrección política: tiende a promover una cultura de corrección política excesiva. Polarización social: aquellos que no se adhieren a la idea del wokismo son etiquetados como retrógrados o intolerantes. La cultura de la cancelación: Una notable intolerancia hacia las opiniones disidentes. La autoridad moral de la víctima: La condición de víctima otorga una suerte de estatus privilegiados en las discusiones sobre justicia social y equidad. La demostración pública de la virtud: El gesto permite reconocer aquellos que profesan los mismos ideales y clasificarlos como "buenas personas". Y quien no está de acuerdo no es una persona con opinión diferente: "es una mala persona".

¿Qué podemos pensar entonces de la verdad absoluta o relativa? La primera es señalada como el conocimiento pleno acerca de toda realidad. Mientras la segunda se trata de una verdad incompleta no definitiva.

En todo medio de comunicación se nos inculcó la cultura de transmitir contenidos informativos "objetivos y veraces". Decían: "La objetividad es el contenido del conocimiento humano que refleja fielmente el mundo objetivo, sus leyes y propiedades", pero cuando platicábamos o cruzábamos opinión alguna con los respectivos directores aquel concepto de palabras edulcoradas solo valía para fines internos.

En cambio la verdad concreta depende de las condiciones del lugar y del tiempo; por lo tanto no existen verdades.

Negar la realidad del mundo existente, transfigurarlo y manejarlo a su antojo por parte de sectores poderosos es tratar con constructos sociales próximos a la extinción de razonamientos lógicos.

Tomemos como ejemplo las escenas de violencia escolar, los llamados a generar caos y desobediencia civil por parte de extremistas o el exterminio de pueblos o naciones con su impacto viral en la psiquis no permitiendo la claridad de los hechos por crearse conceptos manejados al criterio de sus difusores.

A nivel de instituciones u organismos públicos con alto porcentaje sobre el sector privado vemos con preocupación hechos penosos que se originan producto de la postverdad, un tipo de conspiración, donde "las emociones y creencias personales tienen más influencia en la opinión pública que en los hechos objetivos". Acá se influye deliberadamente para generar toda clase de confusión y ciertas actitudes sociales. Lo más triste de todo es que saben del concepto comunicadores sociales, interlocutores, istas, docentes, gremialistas, y lo aplican los mismos conocedores de teorías comunicacionales con sus iguales representantes.

Pero si se trata de ingenuidad esperemos este material sirva de orientación y ayude a entender el porqué de los recurrentes atentados contra la verdad y la falsedad de la inexistencia de la libertad de expresión en Venezuela cuando la misma sirvió para el asesinato de jóvenes convocados por la dirigencia ultraderechista a marchas; asedio a embajadas durante el golpe de Estado de 2002; quema de personas viva y cierre de vías de tránsito con alambres púas decapitando a conductores y peatones; destrucción total o parcial de escuelas, centro asistenciales, mercados Mercal durante las guarimbas y acá señalamos, todas estas grandes verdades quedaron ocultas por las élites de la propaganda del terror.

Para concluir ponemos de manifiesto la posición del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa abogando por auspiciadores de guerra, incitadores al odio y promotores de noticias falsas. Entonces volvemos aquellos tiempos de maquillar la verdad. ¿Al respecto qué no dijo el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa de lo sucedido a cabalidad en las elecciones presidenciales del 28 de julio y toma de juramento el10-E, durante el día internacional de la Libertad de Expresión el pasado 3 de mayo?

Ahora Entérate…

[email protected] Desde la Guayana Esequiba nos hacen saber el candidato a la Gobernación Neil Villamizar recorrió casa por casa la comunidad de Manarito, ubicada en El Dorado para escuchar de manera personal las inquietudes de sus habitantes. Allí el candidato estuvo acompañado de los aspirantes a la Asamblea Nacional.

En el caso de William Fariñas, candidato de peso a la AN, se refirió al pronunciamiento de la Corte Internacional de Justicia, el cual ordena a Venezuela abstenerse a realizar elecciones en El Esequibo. Fariñas destacó que el pueblo venezolano tiene derecho y determinación de participar activamente en las elecciones, defendiendo la soberanía y los derechos históricos sobre el territorio.