La épica de los Mártires de Chicago y el sindicalismo venezolano actual 30r5j

¡Estos no son felones abominables, sedientos de desorden, sangre y violencia, sino hombres que quisieron la paz, y corazones llenos de ternura, amados por cuantos los conocieron y vieron de cerca el poder y la gloria de sus vidas: su anarquía era el reinado del orden sin la fuerza: su sueño, un mundo nuevo sin miseria y sin esclavitud; creer que el egoísmo no cederá nunca por la paz a la justicia!"José Martí. (*) k5d1d

Cuando conocemos la Historia de los denominados mártires de Chicago que encabezaron las luchas obreras a finales del siglo XIX en los Estados Unidos y provenientes de las luchas de los trabajadores industriales europeos que consistían fundamentalmente en 5 objetivos: El primero, luchar contra la explotación clasista y lograr la transformación revolucionaria de la sociedad para transitar hacia una sociedad socialista o comunista. Los otros fueron: 1.- Lograr salarios que les permitan mejorar sus condiciones de vida, 2.- la reducción de la jornada laboral que en ese entonces podía ser de 12, 14 y hasta 16 horas diarias de trabajo, 3.- mejorar las condiciones de trabajo para tener seguridad laboral o industrial y 4.- tener seguridad social como un concepto de la protección integral de los trabajadores teniendo en cuenta ser considerados como seres bio-psico-sociales.

En tal sentido, el movimiento obrero de los Estados Unidos, (ya que hablamos de los mártires de Chicago) está movido por una infinita Conciencia de la Clase social a la que se pertenece, de una entrega total a una causa más allá de ambiciones personales y de desprendimiento absoluto en función de la idea de redención social. De allí que es imposible que no lo comparemos con las tristes figuras del sindicalismo oficial actual en Venezuela, que ante condiciones de absoluta precariedad laboral adopten posiciones patronales, genuflexas, de silencio y más vergonzoso aún de aprobación hacia políticas que afectan directamente la vida de los millones de trabajadores y trabajadoras venezolanas en todos los sectores, sobre todo de la istración Pública.

Dejemos a estos sinvergüenzas y continuemos con la Historia y la épica de los mártires de Chicago: El trabajo imbécil del "sindicalismo puro" y la actitud abiertamente divisionista de algunos de los dirigentes, fue duramente criticado por Parsons desde la tribuna del periódico Alarm, exponiendo con firme crudeza que las tesis mantenidas por líderes del AFL Federación Americana del Trabajo (AFL, American Federation of Labor) conducían directamente a la "armonía" entre el capital y el trabajo, algo que el gran revolucionario tachaba, justamente, de inconcebible.

Las insalvables contradicciones de clase (proletariado-burguesía) se radicalizaron en los Estados Unidos, producto de las consecuencias que la Segunda Revolución Industrial generaba contra los obreros de las fábricas, las cuales generaron enormes manifestaciones, protestas, piquetes de obreros, represión patronal y del gobierno de entonces como representante del estado de la clase burguesa: dichas protestas eran acompañadas por encendidos discursos de los líderes como August Spies, Albert Parsons, Adolph Fischer, George Engel, Louis Lingg, Michael Schwab, Samuel Fielden y Oscar Neebe quienes luego fueron enjuiciados por la justicia liberal-burguesa de la época como criminales, terroristas, desestablizadores y anarquistas y condenados a la pena de muerte a o a cadena perpetua en un juicio amañado, manipulado que desde antes se sabía de la sentencia condenatoria, fundamentalmente, por defender los derechos de los trabajadores.

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Es la justicia patronal burguesa contra quienes considera enemigos de clase, en este caso, los dirigentes obreros. Los 12 del jurado resultaron ser magnates de la industria y del comercio o individuos íntimamente relacionados con ellos. El fiscal del proceso Grinnell no ocultó el hecho de que estaban siendo juzgados por dirigir la lucha obrera, ni su odio de clase: "ellos no son más culpables que los que los siguen. Condénenles como lección a los demás; ahórquenles para salvaguardar nuestra sociedad". El 11 de noviembre de 1887, Parsons, Spies, Fischer y Engel fueron ejecutados. Fielden y Schwab condenados a cadena perpetua. Los ejecutados y Lingg, que había fallecido en la cárcel en oscuras circunstancias, fueron enterrados en el cementerio de Walheim de Chicago.

Es así como ante ese tribunal aún resuenan las palabras finales de esos dirigentes y que acá resumimos a ver si sujetos que circunstancialmente hoy se encuentran dirigiendo el sindicalismo patronal venezolano, toman algo, aunque sea una pizca de su ejemplo:

"Si nos van a matar, entonces dejen que la gente sepa por qué es. Este veredicto es contra el socialismo", exhortó Parsons. Su discurso duró ocho horas y fue pronunciado en dos días. Denunció la persecución que se desarrollaba en la ciudad e incluso citó una edición del diario Chicago Tribune que recomendaba a las patronales una "dieta del rifle" contra los huelguistas.

Spies no se quedaba atrás. Decretaba: "Si creen que pueden aplastar estas ideas que ganan cada día más terreno, si creen que las pueden aplastar por mandarnos a la horca (…), yo los desafío a mostrar dónde hemos mentido. Si la pena de muerte es el precio por decir la verdad, entonces estoy dispuesto a pagarlo desafiante y orgullosamente. ¡Llamen al verdugo!".

"Un anarquista está siempre dispuesto a morir por sus principios: pero en este caso yo fui acusado de asesinato y no soy un asesino. Van a ver que es imposible matar un principio aunque le quiten la vida a los hombres que lo profesan. Mientras más persigan, más rápido estas ideas van a instalarse. (…) Este veredicto es un atentado contra la libertad de expresión, la libertad de prensa y la libertad de pensamiento en este país, y la gente va a ser consciente de eso. Eso es todo lo que voy a decir", replicaba Fischer.

Lingg, por su parte, resumía: "No, no es por un crimen por lo que nos condenan a muerte, es por lo que aquí se ha dicho en todos los tonos: nos condenan a muerte por la anarquía, y puesto que se nos condena por nuestros principios, yo grito bien fuerte: ¡soy anarquista! Los desprecio, desprecio su orden, sus leyes, su fuerza, su autoridad. ¡Ahórquenme!".

Engel, obrero tipógrafo alemán, brindó quizás las palabras más encendidas:

Así como el agua y el aire son libres para todos, así la tierra y las invenciones de los hombres de ciencia deben ser utilizadas en beneficio de todos. Sus leyes están en oposición con las de la naturaleza y mediante ellas roban a las masas el derecho a la vida, a la libertad y al bienestar...
No niego tampoco que haya yo hablado en varios mítines, afirmando que si cada trabajador llevase una bomba en el bolsillo, pronto sería derribado el sistema capitalista imperante. Esa es mi opinión y mi deseo.
Yo no combato individualmente a los capitalistas; combato el sistema que da el privilegio. Mi más ardiente deseo es que los trabajadores sepan quiénes son sus enemigos y quiénes son sus amigos. Todo lo demás yo lo desprecio; desprecio el poder de un Gobierno inicuo, sus policías y sus espías. Nada más tengo que decir". https://www.laizquierdadiario.com/11-de-noviembre-de-1887-con-el-puno-en-alto-son-ahorcados-los-martires-de-Chicago.

Recomendamos ampliamente leer la crónica completa que publicó el apóstol cubano José Martí, publicada en el Diario La Nación el 1 de enero de 1.888. https://www.laizquierdadiario.com/Los-Martires-de-Chicago-por-Jose-Marti-para-La-Nacion. Allí Martí donde narra las vicisitudes de las luchas obreras en Europa y América, las incidencias de las movilizaciones de los trabajadores en Chicago, el juicio y la sentencia, las palabras de los líderes obreros (¡¡esos si eran líderes obreros!, no la pantomima que hoy hay en la CBST venezolana) y la ejecución de esos dirigentes, dejando al final las reflexiones de o que se debe hacer en una sociedad clasista como la capitalista, que pude tomar diferentes formas pero que en esencia es la misma. Una sociedad de explotación social de una clase por otra, o de los patronos (sean del gobierno, o de la burguesía) sobre los trabajadores.

(*) José Martí, Diario La Nación. Buenos Aires. Argentina. 1 de enero de 1.888.



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Cécil Gerardo Pérez 5yb6c


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