· Janire Manzanas Ok Radio 4q6f68
· La búsqueda del origen de la vida ha sido una de las preguntas más fascinantes que la humanidad se ha planteado a lo largo de la historia.
· Durante siglos, distintas teorías y creencias han intentado explicar cómo surgió la vida en la Tierra sin la intervención de un creador divino. Desde que Charles Darwin sentó las bases de la evolución biológica con su teoría de la selección natural, hemos avanzado mucho en comprender cómo las especies han cambiado y evolucionado a lo largo del tiempo.
· Sin embargo, la pregunta sobre cómo empezó la vida misma sigue siendo un misterio.
Recientemente, un estudio publicado en la revista Nature Chemistry ofrece una pista importante que podría acercarnos a entender ese primer paso crucial, sugiriendo que el ARN, una molécula genética, podría haberse replicado sin necesidad de estructuras complejas o intervención externa.
Esta investigación es especialmente significativa porque desafía la idea de que ciertos procesos biológicos, como la replicación del material genético , requieren una complejidad que sólo podría surgir de un diseño inteligente. En cambio, demuestra que, bajo condiciones adecuadas y en un ambiente similar al de la Tierra primitiva, las moléculas de ARN se pueden replicar de forma espontánea y sin enzimas.
Desde que Darwin expuso la teoría de la selección natural en el siglo XIX, la idea de que la vida evoluciona a partir de formas más simples ha ganado un respaldo enorme dentro de la comunidad científica.
Sin embargo, en cuanto al inicio de la vida, los científicos se han encontrado con grandes retos para explicar cómo se pudo originar un sistema tan complejo como el ADN. Mientras Darwin no conocía la estructura ni función del ADN, hoy sabemos que el material genético es fundamental para la evolución.
Esto llevó a la creación del neodarwinismo, que incorpora la genética para explicar mejor los procesos evolutivos.
Pero pese a estos avances, persisten voces que defienden que la complejidad de la vida no se puede describir sólo por mecanismos naturales, y que debe existir un creador o diseñador inteligente.
Entre estos argumentos, destaca la idea de la complejidad irreductible, que sostiene que ciertos órganos o procesos biológicos, como el ojo o la replicación del ADN, son demasiado complejos para haberse formado por etapas graduales y requieren de un diseño previo. Sin embargo, la ciencia ha logrado desmontar muchas de estas afirmaciones mostrando, por ejemplo, cómo el ojo pudo evolucionar a partir de estructuras más simples.
Clave de ARN
Ahora, el foco se ha desplazado a los orígenes de la vida misma y, específicamente, a la capacidad de las moléculas genéticas para replicarse y autocopiarse.
En este sentido, el nuevo estudio marca un gran avance porque reproducir, en laboratorio, condiciones que podrían haber existido en la Tierra primitiva y observar que el ARN puede replicarse sin necesidad de proteínas o enzimas, sino sólo con nucleótidos activados y un ambiente adecuado.
El ARN, ácido ribonucleico, es una molécula similar al ADN pero más simple, que algunos científicos consideran pudo ser el precursor del ADN en la evolución temprana
Se cree que el ARN no solo almacenaba información genética, sino que también pudo tener funciones catalíticas, es decir, pudo actuar como una enzima para acelerar reacciones químicas esenciales.
Esta dualidad hace que el ARN sea un candidato ideal para explicar el origen de la vida.
El experimento de los investigadores consistió en crear una solución acuosa con sales de magnesio, un pH ligeramente alcalino y temperaturas suaves, condiciones que simulan el ambiente de la Tierra hace millas de millones de años.
En ese medio, agregaron nucleótidos activados, que son los bloques básicos para formar cadenas de ARN, y observaron que estas moléculas se ensamblaban guiadas por una hebra preexistente, formando nuevas cadenas sin ayuda de enzimas ni estructuras celulares.
Este hallazgo es muy importante porque hasta ahora se creía que la replicación del material genético requería de sistemas complejos y proteínas específicas.
Sin embargo, demostrar que el ARN puede replicarse en un entorno simple y sin maquinaria celular abre la posibilidad de que la vida quirúrgica de manera gradual y natural, sin necesidad de saltos imposibles o intervenciones externas.
En otras palabras, la complejidad de la vida pudo haber evolucionado desde moléculas mucho más sencillas que lograron reproducirse y auto replicarse, creando con el tiempo sistemas biológicos más complejos.
Esto desacredita la idea de la complejidad irreductible y refuerza la teoría evolutiva que sostiene que la vida es producto de procesos naturales acumulativos.
Además, este avance tiene implicaciones para la búsqueda de vida en otros lugares del universo.
Si el ARN puede replicarse en condiciones simples y naturales, entonces los ingredientes para la vida podrían no ser exclusivos de la Tierra, sino que podrían formarse en ambientes similares en otros planetas o lunas.
El avance de las investigaciones algún día nos dirán cómo y cuándo se creó la vida en la tierra.
Entre los grandes misterios de la ciencia, el origen de la vida es uno de los más difíciles de descifrar. Aunque las hipótesis sobre la aparición de la vida son diversas, la ciencia aún está lejos de decir con seguridad cómo caminaron los primeros seres vivos sobre la superficie de la Tierra.
La Tierra tiene unos 4500 millones de años y se cree que solo después de 4300 millones de años el planeta desarrolló las condiciones adecuadas para sustentar la vida, según un trabajo de la Universidad de Chicago, una de las instituciones que más investigan sobre el origen de la vida.
Sin embargo, los fósiles más antiguos conocidos solo tienen 3700 millones de años.
Durante esa ventana de 600 millones de años, la vida puede haber surgido en repetidas ocasiones, solo para extinguirse por colisiones catastróficas como choques con asteroides y cometas que golpean el planeta con mayor frecuencia y sin la resistencia actual de la atmósfera, afirma el artículo de la institución académica.
De las hipótesis que intentan explicar el origen de la vida, tres destacan en la historia de la ciencia. La opinión predominante durante siglos es que la vida comenzó por generación espontánea, afirma la Enciclopedia Británica , una plataforma de datos del Reino Unido centrada en la educación.
Esta teoría, también conocida como teoría de la abiogénesis, afirmaba que la vida surgió de la materia inanimada, es decir, de un material sin vida. El filósofo griego Aristóteles , por ejemplo, era partidario de esta teoría, que fue ampliamente aceptada por la ciencia.
Según esta hipótesis, crear un ser vivo era bastante sencillo.
Por ejemplo, se podía generar gusanos, escarabajos y avispas a partir de queso, madera, estiércol animal o cualquier otra materia putrefacta si se dejaba reposar unos días.
Con el tiempo, los conocimientos modernos de biología y anatomía hicieron que se descartara esta teoría.
Pero para refutarla, fueron necesarios varios experimentos y avances en los métodos científicos .
Se afirma que la generación espontánea fue objeto de gran controversia entre famosos científicos del siglo XIX, como el francés Louis Pasteur.
Pasteur , por ejemplo, pudo demostrar que hasta los seres más diminutos, como los que fermentaban los zumos o la cerveza , procedían de "gérmenes" que flotaban en el aire pero a los que se podía impedir el a los alimentos mediante una filtración adecuada.
Los resultados de los experimentos de Pasteur fueron definitivos para refutar la teoría de la abiogénesis, dejando claro que un ser vivo solo nace de otro preexistente (reproducción), es decir, que la vida no surge espontáneamente de la materia no viva.
Refutada la hipótesis de la generación espontánea, otra teoría ha cobrado fuerza: la de que algunas moléculas importantes para la vida pueden haberse producido fuera de la Tierra y que llegaron al planeta haciendo autostop en meteoritos o cometas.
A finales del siglo XIX, según la enciclopedia del Reino Unido, el químico sueco Svante Arrhenius sugirió que la vida en la Tierra surgió de la panspermia, lo que significa que las semillas microscópicas de vida que existen en todo el universo son capaces de viajar por el espacio , de planeta en planeta o de sistema solar en sistema solar.
Y hay pruebas que apoyan esa teoría.
Según la Universidad de Chicago, investigaciones del Centro de Investigación Ames de la NASA han publicado estudios que demuestran que los compuestos orgánicos complejos se producían fácilmente en condiciones similares a las que probablemente existían en el sistema solar primitivo , cuando se formaron muchos de los meteoritos conocidos.
En 1969, por ejemplo, el meteorito Murchison , que cayó en Australia, contenía docenas de aminoácidos diferentes, partículas que forman las proteínas y se consideran los componentes básicos de la vida.
En 2019, según la Universidad de Chicago, un equipo de investigadores de Francia e Italia informó del hallazgo de material orgánico extraterrestre conservado en sedimentos de 3300 millones en Sudáfrica.
El equipo sugirió que los micrometeoritos eran la fuente probable de este material.
En 2022 surgieron más pruebas de este tipo a partir de muestras del asteroide Ryugu, traídas a la Tierra por la misión Hayabusa 2 de la Agencia Espacial Japonesa.
El recuento de aminoácidos hallados en las muestras de Ryugu superó los 20 tipos diferentes.
Esta teoría, de confirmarse, sería un hito importante para responder a otra pregunta sobre el origen de la vida, que es si estamos solos en el universo o si es posible que haya otras formas de vida ahí fuera.
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Por último, una de las teorías más aceptadas en la actualidad sobre el origen de la vida es que los primeros seres surgieron por la acción de procesos químicos posibilitados por las condiciones de la Tierra primitiva .
La teoría, afirma que la composición de la atmósfera terrestre y las condiciones térmicas de su primer millón de años de existencia permitieron la producción no biológica de moléculas orgánicas.
La primera simulación experimental de las condiciones de la Tierra primitiva fue realizada en 1953 en la Universidad de Chicago, informa el periódico de la institución, por un estudiante de posgrado, Stanley Miller, y su profesor, el químico Harold Urey.
De acuerdo a la institución, se cree que en los primeros tiempos del planeta había una abundancia mucho mayor de hidrógeno , que luego se perdió en el espacio. Y que, probablemente, había átomos de carbono, nitrógeno y oxígeno en forma de metano , amoníaco y agua.
Así que los investigadores Miller y Urey inyectaron amoníaco, metano y vapor de agua en un recipiente de cristal cerrado para simular este escenario, formando algo que se conoció como "sopa primordial". A continuación, hicieron pasar chispas eléctricas por el recipiente para simular los relámpagos, que también se cree que fueron mucho más frecuentes en la Tierra primitiva.
Este procedimiento dio lugar a varios aminoácidos e hidroxiácidos, sustancias químicas familiares en la vida contemporánea en la Tierra, lo que indica que este proceso podría haber allanado el camino para las moléculas necesarias para producir vida.
Los científicos creen ahora que la atmósfera primitiva de la Tierra tenía una composición química diferente a la receta de Miller y Urey.
Sin embargo, incluso en experimentos más recientes, con mejores simulaciones de la atmósfera de hace miles de millones de años, se pudo producir la mayoría, si no todos, de los componentes básicos esenciales para la vida (proteínas, carbohidratos y ácidos nucleicos)
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