A oídos romanos, los "salvajes" de los territorios bajo conquista eran unos bárbaros. «Bar, bar, bar» era el ininteligible ruido que se les entendía cuando hablaban. Luego, onomatopéyicamente, los bautizaron "bárbaros" para la posteridad. 466f27
Pero no sólo eran bárbaros por esa lengua desastrosa que hablaban, sino por sus hábitos, su industria, su inusitada cultura y ese loco intelecto para resolver sus pormenores. Animistas, se casaban con árboles; primitivos, vivían de la caza y la pesca; belicistas, disputaban caóticamente por tierras y recursos.
Moralmente, ser bárbaro no comporta delito, pecado o maldad alguna; sólo es un hecho civilizatorio que hace una diferencia respecto del poder y costumbres imperantes. Ser bárbaro podría significar que un determinado estado y condición de vida podría estar copulando con la verdad universal, aunque sea susceptible de borrado cultural y exterminio físico por otras expresiones civilizatorias.
Los romanos mismos fueron los bárbaros iniciales de la película cultural europea. Rudos y belicistas, quebraron a los exquisitos griegos, la cima civilizatoria de Occidente. Pero, en el ínterin, absorbieron los valores helénicos y se potenciaron en esa vigorosa expresión de cultura que fue el Occidente por venir. De manera que lo hórrido bárbaro, si encuentra el mecanismo de la trascendencia y la imposición de sus nociones, podría convertirse en la civilización y cultura primordiales, esa que inaugura cánones y modelos a emular.
Ergo, la barbarie romana prevaleció con su transfusión griega y fundó ese modelo civilizatorio actual que, cuando alguien lo cuestiona como nervio universal, pasa a llamarse eurocentrismo, esa aterradora receta cultural que tanta alma quebró y tanto pueblo incendió en nombre de su histórica verdad.
Fue así como, a su parecer, los amerindios no poseyeron alma durante su conquista, llegando Cristóbal Colón a obsequiar a sus soldados con niñas de nueve años, cuales perras, como lo refiere en su diario; y fue así también como, en general, el acto de armas y el efecto colateral cultural de dicha conquista redujo la población de 60 millones de personas a 12 en apenas cincuenta años después de 1492, el escandaloso genocidio eurocéntrico sobrevivido por todos. Y es así, también, como ellos, los europeos son felices y ricos, y pobres y tristes los que no vivan como ellos.
Denominan "subdesarrollados", "tercermundistas" o pobres en general a los pueblos latinoamericanos, pero, contradictoriamente, vienen a obtener riquezas de sus tierras y gentes. Francia se hizo potencia con la explotación de África y Estados Unidos con la mano de obra esclava, también africana. Ni por asomo se les ocurre decir a estos eurocentristas que no es pobreza lo diferente a ellos, no, que la pobreza no existe, sino que es sobreexplotación.
Es una suerte bárbara, a propósito, que la humanidad actual, gracias al sacrificio del pueblo ruso mayormente, no haya permitido trascender la barbarie europea nazista, ese bello componente inherente del occidental eurocentrismo.