Hace seis años, Venezuela vivió uno de los episodios más oscuros de su historia reciente: el apagón nacional de 2019, un evento que dejó al país sumido en la oscuridad durante días y que expuso las vulnerabilidades de un sistema eléctrico que, otrora orgullo nacional, se encontraba bajo un ataque sin precedentes. Este hecho no fue un simple accidente técnico, sino el resultado de una compleja trama de intereses políticos, económicos y geopolíticos que buscaban socavar la estabilidad de la nación. Hoy, a seis años de aquel suceso, es necesario reflexionar sobre sus causas, consecuencias y las lecciones que nos dejó. 3h506a
Un ataque contra la estabilidad nacional
El apagón de 2019 ocurrió en un contexto de alta tensión política. Venezuela enfrentaba una ofensiva internacional sin precedentes: sanciones económicas ilegítimas, el bloqueo de sus activos en el exterior y un intento de desestabilización interna liderado por figuras como Juan Guaidó, quien, autoproclamado presidente, recibía apoyo directo desde la Casa Blanca. Estas acciones no buscaban "restaurar la democracia", como alegaban sus promotores, sino apoderarse de los vastos recursos naturales de Venezuela: su oro, su gas y, sobre todo, su petróleo.
En medio de esta embestida, el Servicio Eléctrico Nacional (SEN) fue blanco de ataques cibernéticos orquestados desde el exterior. Estos ataques, financiados y promovidos por intereses colonialistas, buscaban generar caos y desesperación en la población, con el objetivo de debilitar al gobierno del presidente Nicolás Maduro y justificar una intervención extranjera. Sin embargo, lo que no calcularon fue la resistencia de un pueblo que, a pesar de las dificultades, supo mantenerse en pie.
Venezuela no está sola en esta lucha
Aunque el apagón de 2019 fue un golpe duro para Venezuela, es importante recordar que esta no es la única nación en la región que sufre interrupciones en el servicio eléctrico. Muchos países latinoamericanos enfrentan crisis energéticas debido a la falta de inversión, la privatización de los servicios públicos y la dependencia de modelos obsoletos. Sin embargo, lo que distingue a Venezuela es el bloqueo económico y las sanciones ilegales que han impedido al país modernizar su infraestructura y adquirir los insumos necesarios para mantener un sistema eléctrico robusto.
Cuba, otro país hermano que ha resistido décadas de bloqueo y agresiones, comparte esta realidad. Ambos pueblos han demostrado que, incluso bajo las condiciones más adversas, es posible mantener la dignidad y la soberanía.
Maduro: un liderazgo que no ha cedido
En medio de esta tormenta, el presidente Nicolás Maduro ha demostrado una firmeza inquebrantable. A pesar de las presiones internas y externas, no ha abandonado al pueblo venezolano. Su liderazgo ha sido clave para mantener la unidad nacional y resistir los intentos de desestabilización. Maduro no solo ha enfrentado ataques contra la infraestructura eléctrica, sino también campañas mediáticas, sanciones económicas y amenazas de intervención militar. A pesar de todo, ha logrado consolidar su apoyo entre amplios sectores de la población y ha fortalecido su posición en la región.
Una apuesta por el futuro
Seis años después del apagón nacional, el pueblo venezolano conmemora este episodio no desde el rencor, sino desde la esperanza. Apostamos por un futuro en el que no existan más apagones: ni eléctricos, ni de ideas, ni de esperanza. Un futuro en el que Venezuela pueda desarrollar su potencial económico, garantizar la paz y la tranquilidad de su gente, y seguir siendo un faro de resistencia y dignidad para América Latina y el mundo.
El camino no ha sido fácil, pero la historia nos ha enseñado que los pueblos que luchan por su soberanía y su derecho a la autodeterminación siempre encuentran la manera de salir adelante. Hoy más que nunca, decimos: ¡Nunca más un apagón! ¡Nunca más un pueblo sometido!
Por un futuro luminoso, sin apagones ni sombras.