Formar a los hijos 5a5s6y

Viernes, 13/06/2025 12:18 PM

La celebración del Día del Padre me brinda la oportunidad de insistir una vez más en la necesidad de considerar a los padres como los primeros y principales educadores y a la familia como la escuela más importante. En mis conferencias a padres y madres, suelen ser frecuentes las personas (por lo general, señoras) que preguntan o comentan alarmadas: "¿Qué mundo les vamos a dejar a nuestros hijos"? Las ya entradas en años, como saben que sus hijos están ya creciditos y se defienden por sí solos, suelen preguntar más bien, pero siempre con la misma preocupación: "¿Qué mundo le vamos a dejar a los nietos?" Yo les suelo decir con cierta sonrisa que "la pregunta debería ser más bien ¿qué hijos o nietos le vamos a dejar a nuestro mundo? Yo siempre he trabajado y me he esforzado para que mis hijos y, en lo posible, todos los hijos del mundo, sean responsables, honrados, sinceros, leales, generosos, lo que por ahí se llama "buena gente". Porque si son buena gente, harán un mundo bueno. Y creo que, al menos con mis hijos, lo he logrado y estoy muy orgulloso de ellos. Nunca me han ocasionado problemas o disgustos serios, han sido muy buenos estudiantes, y después profesionales exitosos, muy responsables y honestos, y, lo más importante de todo, siguen en Venezuela y creo que son felices.

¿La fórmula?: Tratar en lo posible, y muy consciente de que vivimos otros tiempos, de cultivar en ellos los valores que me enseñaron mis padres. Yo estoy muy feliz y agradecido de la formación que me dieron. Fueron un ejemplo de trabajo, honradez, austeridad, previsión y generosidad. Además, se querían mucho y me hicieron comprender que la mejor herencia que los padres pueden dejar a sus hijos es el recuerdo de unos padres que se respetaban y querían. Pertenecieron a una generación que consideraba al trabajo como una oportunidad para progresar, como la puerta que les abría a un futuro mejor. Sabían que el esfuerzo tiene su recompensa y la honradez y la sinceridad formaban parte del patrimonio de la familia. Vivían con austeridad, compraban las cosas necesarias cuando podían, siempre al contado, nunca a crédito. Si no tenían el dinero, simplemente no compraban. Trataban de ahorrar cuando podían, para un futuro siempre incierto, plagado de posibles enfermedades o problemas. Tenían además muy claro que lo mejor que podían hacer por nosotros, sus hijos, era brindarnos una buena educación y se esforzaron y sacrificaron por proporcionárnosla, aunque les suponía serias cargas económicas.

Por ello, mi esposa y yo, en primer lugar, hemos tratado de comprendernos y querernos cada vez más y comprobamos todos los días la alegría y felicidad que ello les proporciona a nuestros hijos. Nos esforzamos también por quererlos mucho y tratamos de darles, sobre todo con nuestro ejemplo, una buena formación. No meramente una buena formación intelectual, tarea que le toca fundamentalmente a los centros educativos (escuelas, colegios y universidades), sino sobre todo, una buena educación moral, lo que nos toca, fundamentalmente a los padres. Es muy fácil andar por el mundo quejándose de lo mal que está o proclamar ingenua y cínicamente que estamos construyendo una revolución que va a transformar la humanidad, y echarle la culpa de los problemas siempre a otros., Pero nada de ello, ni la queja ni la promesa falsa, ni la irresponsabilidad van a servir mucho si no empezamos a construir ese mundo nuevo en el hogar. Los padres deben empezar por comprender que los hijos son su negocio más importante, y que si salen buenos, la responsabilidad es en un alto porcentaje suya, y si salen torcidos, también. La mayor parte de los problemas de afuera, tienen su origen en el hogar. Si los hijos son respetados, queridos, y viven en un ambiente de colaboración, cariño, exigencia, responsabilidad, honestidad y alegría, difícilmente caerán en las garras de la droga, la violencia, la delincuencia, el alcohol, la anorexia, la depresión… Yo sé que vivimos tiempos muy difíciles, que cada día se vuelve más cuesta arriba sobrevivir dignamente en Venezuela, que los padres llegamos cansados al hogar, que cada día debemos combatir la amenaza de la desesperanza y el miedo, que no vislumbramos un futuro promisor cercano, que ciertamente los tiempos han cambiado mucho, que la autoridad les suena a muchos como algo pasado de moda, que el tiempo de la familia lo ocupa hoy el televisor y los aparatos electrónicos…. Sí, sé todo eso y mucho más. Pero no vaya a ser que, por saberlo todo, NO HAGAMOS NADA.

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