Las elecciones, entre situación y números 4a1mf

"Ya vemos que sólo vosotros estimáis, por vuestro propio parecer y mal consejo, las cosas venideras por más ciertas que las presentes que tenéis a la vista, y os parece que lo que está en mano y determinación de otro, lo tenéis ya en vuestro poder como si estuviese hecho. Os ocurrirá, pues, que la gran confianza que tenéis… en la fortuna, fundando todas vuestras cosas en esperanzas vanas, será causa de vuestra pérdida y ruina". 399v

Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso, Libro V.

Grandes son los recelos con la historia, itía Tucídides, y más cuando la arrogancia no nos permite la correcta lectura de los acontecimientos, recalcaba. Uno de los episodios más conocidos donde estos errores fueron cobrados de forma fulminante, ocurrió en la famosa conquista de la isla de Melos por los atenienses durante la guerra del Peloponeso. Este episodio es relatado por el famoso general ateniense en el Libro V de la Historia de la Guerra del Peloponeso, allí Tucídides nos deja ver cómo los melios fueron engañados por sus propios razonamientos ante el desastre acechante de la guerra, convirtiéndose ellos mismos en protagonistas de su propia destrucción.

Esta anécdota literaria e histórica, simboliza la ausencia de la principal virtud que debe poseer cualquier estratega, a saber, la capacidad de no confundirse en razonamientos errados y reconocer las auténticas dinámicas de la guerra, la lucha y la política. Clausewitz apuntando en esta misma dirección, advertía en el segundo capítulo del primer libro De la Guerra, la relación intrínseca que existe entre la asimilación correcta de la información del escenario bélico y la capacidad de desarrollar iniciativa y movilidad en el mismo; al respecto, el brillante prusiano advertía que: "la merma en el conocimiento correcto de los hechos podía dar lugar tanto a acciones inoportunas como a inoportunas inacciones".

En resumidas cuentas, tanto para un comandante de tropa como para un cuadro militante es fundamental y estratégico hacer lecturas correctas y análisis acertados sobre los hechos cotidianos. Para ambos, el primero dentro del tablero militar y el segundo dentro del tablero de la política, resulta clave no caer ni en las acciones inoportunas ni en las inoportunas inacciones y alejarse tanto como puedan del triunfalismo panfletario y del derrotismo paralizante.

Hecho el necesario periplo por los predios de los ejemplos que nos aporta la historia, abordaremos ahora el análisis del evento electoral desarrollado el pasado 25 de mayo.

Lo primero que hay que itir es que las pasadas elecciones parecieran haber servido para la vanagloria del bloque político oficialista, para los fulminantes cantos sobre las victorias aplastantes que se multiplican en el campo mediático venezolano y para la ridiculización de sus rivales. Sin embargo, esta afirmación rápidamente se desvanece ante los razonamientos superficiales que se utilizan y por la momentánea calamidad de la alegría que se deja ver ante los malabares numéricos. Pareciera, entonces, más probable en realidad que el partido de gobierno y el chavismo institucional se comportaran de una forma similar a los melios, que engañados por sus propios razonamientos están quedado obnubilados ante el peligro que los acechaba, un peligro que los datos muestran.

Números pasivos y activos

Si nos remitimos a los números otorgados por el Consejo Nacional Electoral (CNE), todo parece enmarcarse en la normalidad. La participación alcanzó el 43,18%, superior de hecho a las anteriores elecciones de gobernadores de 2021 (42,28%) y a las de las parlamentarias de 2020 (30,46%). El bloque oficialista logró una cantidad de votos superior a los 5 millones de electores, mayor que la presentada durante las parlamentarias de 2020 donde contabilizó poco más de 4,3 millones de votos y que las elecciones de gobernadores de 2021 donde alcanzaron poco más de 3,5 millones de sufragios. Esto les permitió aumentar el apoyo a sus candidaturas en cada uno de los veintitrés estados y en el distrito capital, logrando consolidar más del 83% de los votos posibles. Visto así, a todas luces pareciera una victoria absoluta.

Sin embargo, refiriéndonos a un diagnóstico más certero, tenemos algunos datos más reveladores de los que poco se hablan. Recuperando el origen etimológico la palabra diagnóstico, afiancémonos al principio fundamental de distinguir para conocer.

En primer lugar, tenemos el problema de la participación (aunque el CNE habla de "electores o votantes activos"), pues si seguimos la hipótesis del rector Conrado Pérez, se debería sacar una media, restando los abstencionistas permanentes y los electores que se encuentren fueran del país, y con base a esa media calcular el porcentaje real de participación.

Lo cierto es que, al revisar la Ley de Procesos Electorales, específicamente su Título III dedicada al Registro Electoral, que abarca del artículo 27 al 41, notamos que no aparece por ninguna parte el concepto "electores o votantes activos", lo que sí aparece es lo referente a la relación existente entre el registro electoral y los sufragantes (art. 27). Esta última relación se constituye desde el derecho, y no necesariamente desde el ejercicio activo o pasivo del mismo; así, un elector es elector en la medida que es un ciudadano legalmente hábil. Corresponde, entonces, al CNE tener la mayor precisión en el número de electores llamados a ejercer su derecho según lo referido al registro electoral definitivo (art. 40), estando el organismo de igual forma obligado a publicar una gaceta electoral con los mencionados datos pormenorizados.

Basándonos en el marco legal ya referido, recurriendo a la última Gaceta Electoral N° 1055 del 16 de abril de 2024 y apegándonos a la Resolución nº 240429-036, tenemos que el registro electoral definitivo contaba para la fecha de la elección con por lo menos 21.630.927 electores convocados a las urnas.

Estos últimos datos cambiarían dramáticamente los porcentajes de participación; como es sabido, el 43,18% de la participación del 25 de mayo está valorado sobre un universo de "electores o votantes activos" de 13.948.830 (sin una aclaratoria por parte del ente electoral de la razón de este número) y no bajo el universo formal y legal de 21.630.927. Entonces, si tomamos este último dato como referencia, tendremos una participación real de 27,8%.

Esta sería la menor participación presentada en cualquier proceso electoral de la era bolivariana. Muchos objetarán en este punto que esto se debería al problema de la migración (tomando en cuenta que algunos consideran que el número de migrados estaría en torno a los seis millones de personas). Veamos algunos datos con respecto a esto.

En los últimos diez años el aumento del padrón electoral ha sido de tan solo 21,1%, pasando de 17.772.768 en 2010 a 21.507.162 en 2025, esto significa que el crecimiento en el universo de votantes solo fue de 3,7 millones de electores en el periodo en cuestión.

Los datos muestran, por otra parte, que la abstención viene aumentando sostenidamente desde 2012, antes de las grandes olas migratorias venezolanas de 2017 y 2019, respectivamente. Ciertamente podría objetarse que es precisamente en 2018 donde el umbral de abstención supera con creces el 50% del padrón, pero también se refleja una recuperación posterior de dicha participación que alcanzó el 57,9% en las pasadas elecciones presidenciales.

Si tomamos como referencia la última gaceta electoral como base de cálculo y restamos de ella los llamados "electores o votantes activos", nos queda la cifra de 7.682.097 electores; si restamos a su vez los 3.734.394 correspondientes al crecimiento del registro electoral de los últimos diez años, dará como resultado 3.947.703, lo anterior nos revelaría que hoy tendríamos un padrón electoral menor al del 2010. De igual forma tendríamos un registro electoral donde casi 36% del mismo no se consideraría digno de ser registrado en las estadísticas. Con este preámbulo podríamos en unos años hablar de "ciudadanos con derechos activos" y "ciudadano con derechos pasivos", pues lo actuales rectores del CNE como estadistas resultan excelentes retóricos.

Una vuelta a la situación electoral

Carlos Matus definía "una situación" dentro de un marco estratégico de análisis como:

la explicación de la realidad que realiza una fuerza social en función de su acción y de la lucha con otra fuerza social… siendo en tal sentido un estado de equilibrio entre fuerzas contrapuestas…la resultante de un momento dado de la lucha de las fuerzas en juego por producir o trasformar el sistema.

Siguiendo a Matus creemos que es necesario realizar un análisis del proceso del 25 de mayo como una situación entre fuerzas sociales y no entre los que se quedaron y los que se fueron.

Para empezar, es preciso entender la opción de la no participación o la abstención como parte del juego electoral. No participar en un proceso electoral podría traducirse como falta de confianza en el árbitro o como desconfianza en el marco institucional que lo sostiene, también podría traducir un agotamiento del régimen de representatividad, con sus referentes o sus caras visibles. En resumidas cuentas, puede significar el resquebrajamiento del marco republicano de ejercicio político.

Por otra parte, y dentro de la misma "situación", tendríamos a los que participaron ejerciendo el voto nominal: esta fuerza social en principio estaría representada en su mayoría por el bloque oficialista y dentro del marco institucional representativo sería la principal fuerza, una fuerza institucionalizada llamada a dotar de base y solides al régimen republicano realmente existente, y definiéndose de esta forma como una fuerza conservadora.

En tal sentido, un elemento adicional y necesario para entender correctamente la "situación" corresponde a aplicar lo que Matus denominaba "el método policéntrico situacional", este método desarrollado para entender escenarios en conflicto, establece el objetivo de desarrollar una explicación de la realidad que no sea solo autorreferencialidad, sino también que desarrolle el punto de vista del oponente. La mayoría de los analistas cometen el error de partir del análisis autorreferencial o, en el mejor de los casos, de la frivolidad y caricaturización del otro.

Desde el punto de vista del abstencionismo, podríamos afirmar que estadísticamente el mismo ha venido creciendo incluso antes de las olas migratorias y que su haber político hasta el momento ha sido difícil de capitalizar, al margen de que algunos crean, en el caso de Venezuela, que la abstención ha terminado siendo una tendencia laica en el devenir estadístico electoral y no una identidad política satelital a algún candidato o facción política. Esto último refleja más un persistente problema de representatividad y confianza en el juego democrático que una actitud displicente. La displicencia, en todo caso, ha estado más en la institucionalidad que de forma casi negligente no ha entendido correctamente la situación.

Por otra parte, dentro del bloque oficialista de participación institucional, el marco de la acción electoral se ha convertido en parte de su identidad, podría afirmarse que es un bloque esencialmente electoral más que ideológico, por eso encuentra en la participación su referencia y su sustento, de allí también su esfuerzo por reforzar la narrativa de la solides institucional. En tal sentido se comporta como un bloque con "espíritu funcionario", pues necesita intrínsecamente de la mediación institucional para cualificar el accionar político. Eso explica también, como gran parte de las fuerzas sociales llamadas a vitalizar el bloque han terminado repitiendo la misma lógica en espacios como las consultas comunales. Con todo esto, "el oficialismo" ha terminado siendo un bloque que encuentra en el ejercicio representativo electoral su única forma de supervivencia.

De este modo tenemos "un estado de equilibrio entre fuerzas contrapuestas ", esto grosso modo define el 25 de mayo, pues más que el triunfo o la derrota de alguien, esta fecha, y de forma dramática también las últimas fechas electorales posteriores a 2018, deja ver un profundo enigma en el marco de la mediación electoral e institucional del ejercicio político. En ambos casos, tanto en el abstencionista como al interior del bloque oficialista, las formas de percibir y entender el ejercicio político y su relación con la institución, se han deteriorado por la incapacidad real de innovación al interior del juego electoral y político en el país. Quizá la mayor muestra de este problema lo estemos viendo recientemente con los cambios en los procedimientos electorales, judiciales y hasta salariales, realizados sin consulta, dentro de un marco hermético del funcionamiento del Estado. Ante este marco hermético de funcionamiento pareciera que la única solución es un movimiento pendular entre reproducir "el espíritu de funcionario" y remitirse a la abstención, por lo menos hasta que los últimos puentes se quemen.

 

¿Qué hacer?

Una pregunta sustancial en este punto debe ser la siguiente: ¿a dónde nos puede llevar esto? La respuesta parece difícil de predecir o de advertir, sin embargo podríamos repetir en tiempos recientes lo sucedido en Caraballeda en 1586, cuando ante la incapacidad de establecerse puentes de decisión política entre el gobernador de la provincia de Venezuela Luis de Rojas y Mendoza y los vecinos de Caraballeda para el nombramiento de su alcalde, los vecinos decidieron cerrar los puentes y abandonar en masa el pueblo, según describe un cronista: "Todos tomaron la laudable resolución de abandonar una ciudad donde la ley había recibido un ultraje tan criminal…la cuidad no fue desde entonces sino guarida de reptiles y aves de rapiña". Al igual que la anécdota de los melios con Tucídides, esta de Caraballeda refleja las acciones frente al no reconocimiento de las situaciones de poder. Marx sostenía con claridad meridiana que "Los problemas son consignas de los tiempos", ¿acaso la consigna de nuestro tiempo puede ser la abstención? No sería mejor redefinirla dentro de la correcta interpretación situacional y hacer de la consigna la total transformación del ejercicio político, pero para eso hay que organizar con mayor detalle y determinación la rebeldía.



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Carlos Dürich 4z2n1

Escritor


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